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Dos siglos de Concepción Arenal

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La gran jurista y escritora gallega, pionera del feminismo, tuvo su casa en Vigo y reposa en Pereiró









Se cumplen dos siglos del nacimiento de una figura enorme para la cultura y las letras, una pionera para la justicia y para los derechos de la mujer. Porque hace ahora 200 años, el 31 de enero de 1820, nacía en Ferrol la escritora y jurista Concepción Arenal, viguesa de adopción, tan apegada a esta ciudad que sus restos reposan en el cementerio de Pereiró. Un espectacular monumento, erigido por el arquitecto Manuel Gómez Román en 1898, corona su tumba a la entrada del camposanto vigués.





En Compostela, la Universidad de Santiago tiene previsto este año un congreso internacional sobre su figura. Las consellerías de Cultura y de Igualdade han anunciado una magna exposición. Y el Ateneo santiagués hará un ciclo de conferencias. En Ferrol, su ciudad natal, el ayuntamiento y la Universidade da Coruña han diseñado un calendario de eventos. En Vigo, estamos a la espera de que se anuncie alguna actividad -si es que alguien ha previsto algo- a dos semanas de la efeméride.





Concepción Arenal no era viguesa. Nació en 1820 en Ferrol, donde su padre era militar, aunque su familia estaba fuertemente vinculada a Vigo. Por eso eligió la ciudad para retirarse al final de sus días, después de residir la mayor parte de su vida en Madrid. En una época en la que la marginación de la mujer era aplastante, Arenal tuvo que luchar para cada paso en su carrera. Así, en 1841, con 21 años, ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, bajo identidad falsa y vestida con ropas de hombre. Pese a la oposición de su madre, ya viuda, pudo así cursar la carrera, aunque lo hizo asistiendo a las clases como oyente.





Pero su resolución era inquebrantable. Y, ya en sus años universitarios, participaba en las tertulias literarias y políticas reservadas para los hombres y hasta entonces vetadas para las mujeres. Al terminar su carrera, colaboró en diversos periódicos, con artículos de contenido social. También trabajó con instituciones de beneficencia, al tiempo que publicaba obras sobre la atención a los más desfavorecidos. Los presos y la vida en las cárceles fueron su principal preocupación. En 1863, se convertiría en la primera mujer en ser nombrada Visitadora de Cárceles de Mujeres.





Verso a verso





Su actividad social va paralela a su vocación literaria, sobre todo en poesía. Su obra Oda a la esclavitud (1866) es premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid. Y son aclamadas sus Cartas a los delincuentes (1865), El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte (1867). Su frase para la historia sigue vigente en nuestros días: «Odia el delito y compadece al delincuente». Preocupada por el bienestar de los obreros en la primera revolución industrial, con las masas que llegaban del campo para malvivir en infraviviendas en el extrarradio, fundó en 1872 la Constructora Benéfica, una sociedad dedicada a levantar casas baratas para obreros.





Su feminismo, avanzado para su tiempo, hoy sería considerado extremadamente conservador. Pero estaba dando pasos decisivos, militando en un catolicismo social que le hizo recibir críticas de todos los sectores. Sobre todo, de la propia Iglesia.





Al final de su vida, Arenal se retiraría a vivir en Vigo, en el pazo de Núñez, en Os Choróns. Falleció en 1893, con 73 años. Más tarde, sus restos mortales fueron trasladados, en un cortejo fúnebre de gala, desde el cementerio de Picacho, cerca de O Berbés, hasta el de Pereiró, donde fue instalado el colosal monumento de Manuel Gómez Román, sufragado con fondos municipales.





Años más tarde, se le dedicaría también una calle, donde hoy está situado el hotel Ciudad de Vigo (o la noria, para quienes aún se orienten por los fastos navideños). Ahora celebramos el 200 aniversario del nacimiento de esta jurista y escritora excepcional, pionera en tantas batallas, también por los derechos de la mujer. Será el próximo 31 de enero. Habrá que acudir a rendir homenaje a esta viguesa de alma y corazón ante su colosal tumba en el cementerio de Pereiró.





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