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“Impetus”: Rameau, con “Pièces de clavecín en concerts”

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El “II Ateneo Barroco” cumple su cometido en el Teatro Principal- 20´00h.-, manteniéndose en el entorno de J.P.Rameau, con una selección de “Pièces de clavecín en concert”, en interpretación del grupo “Impetus”, del que es director el clavecinista Yago Mahúgo, y que fundó en 2006, siendo sus miembros para esta ocasión el violinista Joan Espina y el gambista Jordi Comellas. Se presentó en festivales como el de ”Música Antigua de Aranjuez”, y está respaldados por tres registros que marcan su tendencia: “Impetus live in Madrid”, “Pièces de clavecín en concert” y “Geistiches Oden und Lieder”, de Karl P. E.Bach, con la soprano Mariví Blasco y el fortepianista Anton Walter. La grabación de las obras completas para clave de Pancrace Royer, para “Briliant Classics”, recibió un reconocimiento absoluto de la crítica especializada. Joseph-Nicholas Pancrace Roger (1705/55), aportará un de sus piezas, entrelazada con el programa dedicado a Rameau, se trata de “La Marche des Scythes”. El resto se completa con tres del grupo de estas “pièces de clavecín en Concerts” , procedentes de los números 1, 3 y 5, que el autor compuso en la década de 1730 y que, en cuanto a sus títulos, recurren a lugares, personajes o estados de ánimo. Cada uno, con su particular secreto: “Le Vécinet”, “La Poplinière”, “La Timide”, “La Forqueray”, “La Cupis” o “La Marais”.

“ La Poplinière”, fue un personaje fundamental en su asentamiento social, a través del salón en el que se concitaban las reuniones mundanas artístico-literarias, en la cuales los escritores daban a conocer sus obras y algunos llegaron a ser protegidos por señeras damas- viudas, solteras y separadas-, o también de otros varones como el ministro Breteuil, el barón D´Holbach, el erudito Froncemagne o este notable financiero, La Poplinière (1683-1755) uno de los destacados miembros de “La Ferme Genérale”, arrendataria por designio real de los impuestos indirectos. Este personaje, llegó a padecer el rechazo y expulsión de la capital por su enfrentamiento con el obispo-ministro Fleury -había osado robarle la amante al príncipe Carignan-, pero en beneficio de Rameau, le concedió al compositor la dirección de su orquesta, proporcionándole durante meses alojamiento en su palacio. Allí trabajó a sus anchas y conoció nuevos instrumento como el clarinete, igualmente a libretistas que le servirán de ayuda y al hombre de mundo por excelencia, Voltaire.

El irónico Piron diría de Rameau: “Su alma y su espíritu enteros se hallan en el clave; cuando lo cerraba, no quedaba ya nadie en casa” Imposible expresar mejor el apego que sentía Rameau por este instrumento, al que consagró lo esencial de su música instrumental. Paradójicamente, por lo que respecta a la cantidad, la obra de Rameau para clave parece poco importante, a pesar de que abarca cuarenta años de su vida. Sin embargo, el compositor dedicó tiempo a innovar incesante aspectos técnicos y acústicos con los que sacó partido a todas las posibilidades del instrumento, que utilizó como base para la música de sus óperas. La primera obra suya estuvo destinada para el instrumento, y se presenta como colección de diez piezas, editadas en París en 1706, acompañada de una pequeña tabla de adornos, tras abandonar Clermont, donde estaba al cargo de los órganos de la catedral, en lo que sería su salto a París para escuchar a Louis Marchand. Será el “Primer cuaderno de piezas para clave”.

El segundo, transpira la influencia de Couperin, pretendidamente más profundo en sus ambiciones, por su lirismo, sobre un melodismo agraciado por la flexibilidad y el tercero, las “Nouvelles suites de Pièces de Clavecin”, supondrá llegar a la cumbre, al que precede un prólogo que contiene importantes consejos. Las “Pièces de clavecín en concert”, van más allá en la profundización musical del instrumento, al publicar en 1741, una colección compuesta por cinco conciertos en los que el clave, dialoga con un violín, una flauta o un segundo violín y una viola da gamba. Esta experiencia nueva le fue sugerida por por Mondonville, en 1737. Rameau, otorga al clave un nivel predominante, mientras que los otros instrumentos se limitan a acompañarlo, llegando incluso a rebajar su intensidad sonora, para no ensombrecerlo. El propio Rameau escribió un arreglo para clave de cuatro de sus títulos de ese conjunto de 16 piezas: “La Livri”, “L´Agaçant”, “La Timide” y “L´ Indiscrète”.

De las notas aportadas por Yago Mahúgo, estas piezas representan una isla en medio del catálogo de Rameau, al constituir su única obra de cámara conocida, Hasta que en 1734, Jean-Joseph Mondonville publicó las “Sonatas pour le clavecin avec accompagnement de violon”, la música de cámara durante el barroco era entendida como uno o dos instrumentos que desarrollaban una melodía alrededor de un bajo continuo formado por un clave y un instrumento de cuerda grave (viola da gamba, violone, violoncello o contrabajo). El bajo tuvo siempre partes de “obbligato” , aunque su función principal era servir de acompañante y Mondonville rompe con el concepto del trío-sonata italiano y junto a autores como Dauvergne, Blanchet o Pagin, puso de moda las “Pièces de concert”, gracias a las cuales, el clave asumirá un papel protagonista. De hecho, el propio Rameau confiesa en el prefacio de la primera edición de las “Pièces de clavecín en concerts”, que para escribir esas obras, recibió influencias de publicaciones recientes.

El “II Ateneo Barroco” rinde pues culto a este testigo en propias carnes de la llamada “Querelle des Bouffons”, una de la tantas que afectaron a la música francesa de la época. Los ánimos se habían caldeado anteriormente tras la despiadada crítica llevada a cabo por el barón Grimm, relativa a la exposición de la vetusta “Omphale”, de Detouches, que se repondrá en 1752, y que resultó una demoledora crítica hasta las últimas consecuencias, al género de la “Tragédie Lyrique” francesa, ante salvando temporalmente a Jean-Philippe Rameau.

 

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