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“No divino apousento: Josquin en cifras para cantar e tanxer”, por “Armonía Concertada “, en “Ateneo Barroco”

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Josquin Desprez, en un monográfico a cargos de “Armonía Concertada” en “Ateneo Barroco”, con cita en el Teatro Principal-mañana a las 20´00 h.-, una formación en trío que integran la soprano María Cristina Kiehr, el tenor Jonatan Alvarado y Ariel Abramovich, en los dominios de las vihuelas de mano. De sí mismos, comentan que “Armonía Concertada” no es sino una factoría de ucronías, de precuelas y secuelas, de reconstrucciones...una invitación a recorrer paisajes inexistentes, a partir de datos reales , de testimonios fiables, Una voz fundida entre cuerdas pulsadas que recupera el eco de las palabras de Castiglione en su libro de “El cortesano”, de 1528: “Mas por lo que yo estoy mejor con el cantar con una vihuela, es por lo que vulgarmente llamamos recitar, el cual da tanta gracia y fuerza a las palabras que es una maravilla”. “Armonía Concertada”, no solo revisa el pasado musical, sino que interviene en el texto, produciendo ediciones propias y creando un repertorio inédito fundado en el rigor musicológico tanto como en la imaginación.

Josquin Desprez, añade equívocos a la maraña de su propia biografía, quedando como uno de los músicos más apreciados de su tiempo, aunque queden vacíos evidentes en cuanto a lo que compuso y no. Asunto desconcertante, será la existencia de artistas como varios cantantes, que era especialmente homónimos, Pasquier Desprez, Jesse Josquin van der Steelant, Johannes de Pratis (des Prez), Josquin Doro o un Josquin que trabajó en Milán entre 1459/76, identificado como famoso compositor, una duda que añadir a esta trama. También su muerte arrastrará dudas, cifrándose hacia 1521, según una supuesta inscripción en su tumba hoy desaparecida en el XVII. Una biografía plagada de incertidumbres, para engrandecer su figura, y que para Cl. Hémére, había sido en principio chantre de la colegiata de Saint-Quintin, otra duda que añadir al personaje. Italia será a fiable desde 1459, gracias a registros de la Capilla de la Catedral de Milán, antes de pasar a la capilla privada del Duque Galeazzo y a la del Cardenal Ascanio Sforza, al que acompañó a Roma, en donde congenio con la Capilla Papal.

Llegarán viajes a Pavía, Placencia y Módena o Nancy y Ferrara, en donde estará al servicio del Duque Hércules I, quien le enviará a Brujas con la pretensión de buscar nuevos chantres, relacionándose además con Luis XII y con Felipe “El Hermoso”, que le trajo a nuestro país. En 1509, estuvo en Saint-Quintin, y ya en 1615, Maximiliano le nombrará dean-preboste de la Colegiata de Condé-sur- Escaut, en donde acabó sus días. El intento de H.Osthoff y Ambros de ordenar cronológicamente su obra, apostará por tres etapas: la estancia en Milán (hasta 1485), período de juventud con obras de menor rango como “frottolas” y la misa “L´ami Baudichon”; la etapa romana, que afirma las cualidades del músico con obras como el “Miserere” y la misa “Hercules Dux Ferrarie” a petición del duque de Ferrara, o el motete “Menor esto”, compuesto para Luis XII y el regreso a su tierra natal, que marca la plenitud con las misas “De Beata Vergine”, “Da Pacem”, “Pange lingoa” o el “De Profundis”. “Pange lingoa”, es modelo de la obra de un genio, por el tratamiento melódico y ausencia de cadencias imprevistas.

Obras maestras serán las canciones, ocupando un aparente segundo lugar en importancia, siempre en atención a encargos con ejemplos como “Baisies moy ma doulce amye”, para seis voces con acompañamiento en triple canon; “Milles regret”, en la que la alianza de palabras y música resulta de un perfecto equilibro. Sus contactos con el Norte francés, traerá un dominio total del contrapunto y un gusto por la escritura polifónica eficaz, marcados por un simbolismo elaborado dentro de la abstracción que descubre las influencias de sus contemporáneos Ockeghem y Gilles Binchois.

Los músicos de su tiempo, le considerarán como el mayor talento y bastantes de sus obras, se citan en los tratados teóricos de Glereano, Spataro, Lampadius, Gaffurio, Castoglione o el propio Lutero. Obras suyas sirvieron de modelo para distintas transcripciones, en especial para laúd, difundiéndose gracias a ediciones manuscritas. Petrucci, por dar un argumento, imprimió tres volúmenes de sus “Messes”, entre 1502 y 1514, y otros fragmentos de misas Fragmenta Missaum”. A este apartado, se añade la labor de notables impresores como Pierre d´Attaignant, Tilman Susato, Le Roy o Ballard, en 1555. El conjunto de su obra, de difícil calificación, puede tener afinidades con las de Dufay, realizando algunas misas sobre un “cantus firmus” profano (las dos misas “L´Homme Armé”), en donde utiliza a veces el principio de las misas parodia (“Malheur me bat” o “Fortuna desperata”). Las construcciones en canon, corresponden a su gusto por los problemas de arquitectura y escritura.

Escribió unas 40 piezas para cinco o seis voces, siendo el resto, como en las misas, a cuatro voces. Un maestro indiscutible del contrapunto, heredero precisamente de Ockeghem, de Obretch y de Bisnois, aunque tendiendo a una búsqueda del ansiado equilibrio entre palabra y música y armonía y polifonía; melodismo y ritmo, en una confluencia sutil entre la emoción y el trabajo artesanal. Su obra profana, incluye de manera destacada “frottole” o canciones sobre textos preferentemente franceses, además de italianos y en latín. A cuatro voces, dejó páginas como “Mille regrets”, ejemplo de perfección en esa alianza de música y texto y en la dosificación de las voces. Es Josquin Desprez, un heredero del espíritu del siglo XVI y un definitivo precursor del Renacimiento, en el que podemos incluirlo.

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